sábado, 31 de octubre de 2009
TEORIAS DEL DESARROLLO HUMANO
ERIKSON:
Este científico alemán, que incursionó en diferentes campos como la psicología, la filosofía, la antropología, entre otras, estableció una construcción de la identidad a partir de ocho etapas, en donde el yo juega un papel trascendental.
Las ocho etapas o estadios, a nuestro entender, ofrecen una caracterización que demuestran que la identidad es un proceso continuo y que va en aumento progresivamente y que al llegar a la adolescencia se presenta una crisis en donde el sujeto valiéndose de sus experiencias busca solucionar.
Estas etapas son las siguientes: 1) Confianza versus desconfianza, 2) autonomía versus vergüenza y duda, 3) iniciativa versus culpa, 4) laboriosidad versus inferioridad, 5) identidad versus difusión de roles, 6) intimidad versus alejamiento, 7) creatividad versus estancamiento y 8) integridad versus desesperación.
En la primera etapa se presenta la situación de relación entre la madre y el hijo generando un clima de seguridad o inseguridad, según esta relación sea satisfactoria o insatisfactoria.
En la segunda etapa vemos a un infante que quiere actuar con autonomía y libertad logrando un autocontrol de sus acciones; pero si se viera impedido por la actitud coercitiva de los padres siente vergüenza y duda. La tercera etapa caracterizada por la fantasía, en la que el infante da vida a los objetos con que juega y busca realizar toda clase de actividades, estará en función de lo que los padres respondan a estas actividades, desarrollando en el sujeto su iniciativa o su culpabilidad. La cuarta etapa en el estudio de Erikson corresponde a la niñez, en donde el niño aprende a hacer y compartir y a una búsqueda de reconocimiento por lo que hace desarrollando su deseo al trabajo; pero se presenta la contraparte que es propia del niño, el temor frente a lo que tiene que realizar, ocasionándole un sentimiento de inferioridad.
La quinta etapa coincide con el inicio de la pubertad y, por lo tanto, con la maduración de la sexualidad y con ello la preocupación de lo que llamaría William Schonfeld (1973) la "imagen corporal", además de lo que ellos sienten de sí mismos.
El problema surge cuando el sujeto, en el reconocimiento de sí mismo, se reconoce en otros personajes a quienes admira y la orientación que deberá seguir dentro del medio social en que vive.
La sexta etapa coincide con la adolescencia con esa búsqueda de encontrarse a sí mismo a través de sus satisfacciones sexuales personales y la soledad que experimenta el sujeto ocasionando su aislamiento voluntario. La sétima etapa, a la que Erikson llama de creatividad o generatividad, frente al estancamiento o paralización; nos presenta la posibilidad de orientar al sujeto a que se desarrolle su espíritu creativo y actuando responsablemente frente al medio; contrariamente, si esto no se da se produce en él un estancamiento o paralización.
La última y octava etapa se puede analizar en la búsqueda por parte del sujeto a una defensa de lo que ha construido y llevado a cabo en su vida y que todo lo que llevó a cabo y realizó fueron provechosos para su vida futura; contrariamente, si no fue así, surgirá en el sujeto desesperación y malestar por no haber sabido aprovechar su tiempo.
FREUD:
Sigmund Freud, psiquiatra y neurólogo austriaco, fundador del psicoanálisis, formuló la primera teoría sistemática del desarrollo de la personalidad. Esta teoría todavía ejerce una influencia decisiva en las concepciones actuales de la formación de la personalidad.
Este eminente científico, como señala Delgado (1986), que con sus teorías, descubrimientos y deducciones suscitó inicialmente una enorme oposición y fueron tachadas de ridículas; consideramos que fue junto a Copérnico, Darwin, Newton, Marx, uno de los grandes revolucionarios de la ciencia moderna.
Su influencia no sólo fue en la psiquiatría, psicología, medicina, incluso también en la literatura, arte, antropología, sociología; y propuso muchas categorías como libido, hipnosis, ello, yo, súper yo, impulso, catexia, complejo de Edipo, censura, mecanismos de defensa, etc.
La Libido es una fuerza motivacional innata que Freud conceptualizó como un impulso instintivo. Surge con el nacimiento, pero sus formas de expresión varían durante el curso del desarrollo como una función de maduración y experiencia.
Los sucesivos cambios en la expresión libidinal constituyen las etapas del desarrollo psicosexual. En cada etapa la energía de la libido es invertida en diferentes órganos del cuerpo que se constituyen en fuentes primarias de placer durante esa etapa.
Acompañando cada cambio surge una crisis del desarrollo que debe ser resuelta para que el sujeto pueda entrar sin problemas en la etapa posterior. Aquellos sujetos que no resuelven la crisis en una determinada etapa quedan fijados a ella.
Esta fijación produce efectos específicos en el desarrollo de la personalidad. Una fijación a una determinada etapa puede sobrevenir por efectos de la sobreprotección o también por falta de gratificación de las necesidades libidinales de ese momento.
Vamos a intentar explicar brevemente cada una de las etapas del desarrollo psicosexual, adivirtiendo, como lo señalamos cuando estudiamos a Erikson, que en cada etapa se presenta un conflicto que si el sujeto no logra superar, en la adolescencia se manifestará en diversas formas.
La Etapa Oral (primer año de vida) se subdivide en dos expresiones libidinales; oral – pasivo y oral – sádico. La energía de la libido está en la boca (zona erógena que le permite al infante relacionarse con su primer objeto gratificante).
La primera gratificación son el pecho (o biberón) y la madre. El conflicto surge a la hora del destete. Los fijados a la expresión oral – pasivo, posteriormente se traducirán en conductas pasivas, dependientes; así como en manifestaciones tales como fumar, morderse las uñas o llevar a la boca otros objetos de uso diario. Los fijados a la expresión oral – sádico posteriormente se caracterizarán por su sarcasmo, empleo de palabras mordaces.
En la Etapa Anal (alrededor de los dos años), la energía de la libido se concentra en la región anal. Durante este periodo el infante logra controlar sus esfínteres. El conflicto lo constituye el entrenamiento higiénico.
Los sujetos fijados a esta etapa mostrarán los esquemas: Anal – retentivo, en razón del cual serán tacaños, desconfiados; con comportamientos obsesivos compulsivos, demasiado escrupulosos; anal – agresivo, que se caracterizarán por atributos tales como desorden, desaliño en la vestimenta, falta de atención a los horarios.
En la Etapa Fálica (aparece a los tres años y dura hasta los cinco años), la fuente de gratificación se transfiere al pene en el caso del varón y al clítoris en la niña (como sustituto del pene).
En esta etapa aparecen el complejo de Edipo y el complejo de Castración en el niño y el de Electra en la niña.
El niño desarrolla una fuerte atracción por la madre y se coloca en situación de rivalidad con su padre; la resultante es el temor a que el padre lo castigue cortándole su pene (complejo de castración). Pero el niño también ama a su padre por lo que mostrará un comportamiento ambivalente que se traducirá en reprimir tanto la atracción y el deseo por la madre, como la rivalidad con el padre.
La niña sufre un fenómeno similar al que experimenta el varón, es decir, se siente atraída y desea a su padre (complejo de Electra). Al carecer de pene, la niña experimenta envidia del pene y minimiza a su madre que posee la misma deficiencia y busca un acercamiento a su padre; sus sentimientos también se tornan ambivalentes: quiere y rechaza a su madre.
Freud se ocupó más del desarrollo a partir del hombre y dijo mucho menos de la dinámica del desarrollo de la mujer. Si los sujetos quedan fijados a esta etapa veremos en la adolescencia una búsqueda exagerada por el sexo opuesto.
La represión de los impulsos libidinales con que finaliza el complejo de Edipo, da lugar a la Etapa de Latencia (desde los seis años hasta el inicio de la pubertad). Aquí la sexualidad no desaparece, sino que hay un desplazamiento de la misma; el niño dirige su energía al medio ambiente, al juego y hacia otras actividades.
En la Etapa Genital (que aparece a partir de los doce años), la atracción sexual que estaba dirigida a la figura parental se transfiere al par del sexo opuesto. Aquí el sujeto ya tiene capacidad de comprensión y consideración de los sentimientos de los demás. Como sabemos, con la pubertad se inician una serie de cambios corporales y el desarrollo de ciertos órganos que denuncian que el sujeto ha empezado a madurar sexualmente.
PIAGET:
La calidad de un conocimiento está en relación directa con lo que se elabora o estructura con el conocimiento previo del sujeto. El conocimiento, aquello que permite una adaptación al sujeto con su medio, o con los problemas que plantea la vida puede ser social, físico y cognitivo.
Saber que se debe saludar a las personas mayores, es un conocimiento social; saber que el exponerse mucho tiempo al sol es dañino, es un conocimiento físico; saber determinar la diferencia en cantidad de un grupo de objetos con otro, estableciendo una relación mental o racional, es un conocimiento cognitivo.
Las operaciones que realiza el niño con los objetos, a su alrededor, va a determinar concepciones en términos mentales las que se logran no a partir de los objetos, sino a partir del conocimiento de las acciones que realiza.
A partir de lo dicho, surge una interrogante: ¿Cómo se construyen las estructuras operatorias mentales? Las estructuras intelectuales se desarrollan por la actividad, comparación, ordenación y clasificación con los objetos físicos y las acciones corporales.
Por ejemplo, un niño que está ensartando cuentas está desarrollando estructuras abstractas usando esquemas de seriación y clasificación. Esta construcción de las estructuras se lleva a cabo de una manera compleja e imprevista. Sabemos, asimismo, que se pueden establecer tres tipos de conocimientos elementales en el niño: el social, el físico y el cognitivo; éstos últimos podríamos incluirlos dentro de lo que llamamos conocimiento sensorial y conocimiento racional.
Estos conocimientos a su vez se construyen con el aporte y combinación de cuatro factores: maduración, transmisión sexual, experiencia con objetos y equilibración.
La maduración produce el crecimiento y desarrollo orgánico, lo que permite que el sujeto, bajo condiciones de aprendizaje alcance mayores logros; sentarse, gatear, ponerse de pie y caminar, son conductas que exigen maduración biológica. La experiencia física, igualmente, se refiere a la relación con los objetos del entorno (juguetes, sonajas, biberón, etc.).
La equilibración, se refiere al paso de un estadio inferior a otro superior como consecuencia de los estados anteriores. A medida que el niño se desarrolla va logrando un nivel de equilibrio superior, advirtiéndose que la equilibración necesita de la abstracción, sea ésta simple o reflexiva.
Para Piaget, el desarrollo de la inteligencia pasa por cuatro estadios que nosotros bien podríamos llamarlos, etapas o periodos que se suceden en un orden de nivel de equilibración superior de uno con respecto al anterior.
Tengamos en cuenta antes de destacar los cuatro estadios algunas consideraciones generales que encontramos en su obra Psicología de la Inteligencia: En primer lugar, Piaget plantea que toda explicación psicológica termina tarde o temprano por apoyarse en la biología o en la lógica. El desarrollo psíquico es una construcción continua que se inicia en el momento de nacer y concluye en la edad adulta, caracterizándose por una marcha continua hacia el equilibrio.
La acción es la característica más importante de la inteligencia, la cual es la forma de equilibrio hacia la cual tienden todas las estructuras. La percepción, la memoria, el pensar, el lenguaje; se apoyan en la inteligencia; constituyéndose en la adaptación mental más avanzada, una forma superior de organización de las estructuras cognoscitivas (conocimiento) y cuyo desarrollo necesita de la continua estimulación del medio ambiente. Por consiguiente, tiene un sustento biológico y las características del funcionamiento intelectual se basan en un proceso de adaptación, el cual depende, asimismo, de dos funciones que permiten esta adaptación: la asimilación y la acomodación.
Resumiendo, podríamos señalar que, el desarrollo de la inteligencia está en función de las siguientes variables: acción, equilibrio, adaptación, asimilación, acomodación, construcción y presencia de subestadios.
El periodo sensorio motriz (0 a dos años) se divide en seis subestadios. El primero, se caracteriza por la presencia de reflejos y acciones espontáneas que resultan de los estímulos del medio o por las necesidades internas que experimenta el infante.
El segundo, se caracteriza por la presencia de los primeros hábitos repetitivos, que favorecen a su vez la formación de las nociones de espacio y tiempo. En el tercer subestadio continúan los movimientos satisfactorios pero tienen un nuevo ingrediente, la intencionalidad. En el cuarto estadio aparece a la casualidad que le permite diferenciar entre medios y objetivos (esfuerzo para conseguir algo). El quinto subestadio se caracteriza porque el infante muestra una mayor curiosidad por los objetos que le rodean, así mismo una mayor comprensión en lo que realiza. En el último subestadio aparece el pensamiento representacional y constituye el límite entre la inteligencia sensomotor y el pensamiento pre operacional.
El periodo pre operacional empieza aproximadamente a los dos años y dura hasta los siete años. Abarca dos subestadios; el primero, llamado de Pensamiento Simbólico (2 – 4 años), se caracteriza porque el infante hace que un objeto o sonido sirva como representación de otra cosa, por ejemplo, coger un vaso y cantar haciendo de cuenta que el vaso es un micrófono.
El segundo subestadio corresponde al de Pensamiento Intuitivo (4 – 7 años), en donde el niño no actúa por la razón sino por la intuición, por la percepción instantánea y clara, pero aún pre lógica. Al niño le interesa la idea general, le interesa el todo, se inclina por lo global, esto llama Piaget "sincretismo", que significa reunión o fusión de diversos elementos.
El periodo de las operaciones concretas (7 a 12 años) se destaca por el hecho que aparece la inteligencia operacional gracias a la reversibilidad (invertir las propias acciones a fin de conocer el estado inicial). El niño internaliza los objetos que percibe o que ha percibido en el mundo real o concreto; los clasifica, es decir, los agrupa en una clase y los ordena relacionándolos en serie, como por ejemplo, es una suma, la cual puede anularse con la resta.
En este periodo su pensamiento es interno ya que los agrupamientos se llevan a cabo en su mente; su pensamiento es concreto ya que manipula los objetos del mundo real; su pensamiento es descentralizado porque el niño puede concentrarse en estos dos aspectos y es capaz de coordinar con ellos; por último, el niño de este periodo se da cuenta que aunque cambie la forma se conserva la cantidad (recipientes de diferentes formas con igual cantidad de líquidos) y por último, su razonamiento es inductivo.
En el periodo de las operaciones formales (12 años en adelante), el tipo de pensamiento se caracteriza por ser hipotético – deductivo, abstracto y formal. El sujeto de este periodo utiliza la verificación pues necesita demostrar y proporcionar pruebas de lo que dice; tiene en cuenta el sistema combinatorio ya que puede considerar todas las combinaciones posibles del objeto; así mismo puede aislar y controlar variables sobre la base de que todas las demás permanecen constantes; igualmente vincula relaciones mediante una combinación proporcional.
KLEIN:
Desde la perspectiva psicoanalítica de Melanie Klein, el desarrollo personal se concibe como enriquecimiento de la personalidad que se refiere a la superación de etapas tempranas de la niñez (que pueden volver a surgir en la vida adulta), la superación de los conflictos que estas etapas conllevan, como la ansiedad, culpa, envidia y logro de la gratitud, alcanzar el equilibrio con el mundo psíquico interno y el mundo externo, y desarrollar la capacidad de disfrutar de las cosas y llevar relaciones gratificantes de amor con los otros.
De estos estadios tempranos, dos son los que mayor importancia tienen en la vida según Klein. El primero es la posición esquizo-paranoide que se desarrolla durante los primeros 3 a 4 meses de vida. Según Klein los seres humanos poseemos dos instintos básicos, el de vida o amor y el de muerte u odio, debido a la lucha que se produce entre estos dos instintos y el sentimiento de ansiedad persecutoria que se produce en el niño, producto del miedo de que este impulso agresivo le cause daño, el niño lleva a cabo procesos de escisión, en que el odio y la ansiedad se proyectan hacia el primer objeto de relación que posee, que es el pecho de la madre, que pasaría a ser el pecho malo, y los sentimientos de amor se proyectan en el pecho gratificador bueno (Klein, M. 1988). Luego de esta proyección, el pecho bueno y el malo son introyectados en la psiquis del niño, por lo que el yo está muy poco integrado, pues posee contenidos separados. Esta proyección y posterior introyección colaboran a que la ansiedad persecutoria vaya disminuyendo, pues el niño se siente más seguro con un pecho bueno que lo ampare, pero a la vez tiene un pecho malo, que lo persigue y persiste el miedo a la aniquilación del yo. De esta interacción entre los 4 - 6 meses se van integrando los impulsos, y la madre ya no es vista en forma escindida, sino que se incorpora como un objeto total, pasándose a la posición que Klein denomina depresiva, en la que debido a esta integración del objeto y el yo se experimenta culpa, pues el niño siente que el objeto amado ha sido dañado por sus propios impulsos agresivos; y por lo cual trata de reparar el objeto dañado. "El sentimiento de que el daño hecho al objeto amado tiene por causa los impulsos agresivos del sujeto, es para mí la esencia de la culpa. El impulso a anular o reparar este daño proviene de sentir que el sujeto mismo lo ha causado, o sea, de la culpa. Por consiguiente, la tendencia reparatoria puede ser considerada como consecuencia del sentimiento de culpa". (Klein, 1988. 45pp).
En relación con la posición depresiva, según Klein, se establece el complejo de Edipo alrededor de los 2 años. La angustia y la culpa incrementarían la necesidad de la externalizar (proyectar) figuras malas y de internalizar (introyectar) figuras buenas; de lograr los deseos, el amor, los sentimientos de culpa y tendencias reparatorias a ciertos objetos y el odio y la angustia a otros, de encontrar en el mundo exterior representantes de las figuras internas, hechos que ocurren en el complejo edípico. (Klein, 1971).
Luego del complejo de Edipo y la etapa de latencia, este interjuego de progresión, que está influido por la ansiedad, llega a dominar las tendencias genitales (Klein, 1988). A consecuencia de ello la capacidad para reparar aumenta y se alcanzan las sublimaciones genitales que en el caso de la mujer son la fertilidad, el poder de dar vida y por lo tanto recrear objeto perdidos y en el hombre el elemento de dar vida se haya vinculado con la fantasía de fertilizar a la madre dañada o destruida y así restaurarla.
Con esta tendencia aumentada en la reparación, la ansiedad y culpa disminuyen considerablemente, con lo que el niño puede desarrollar relaciones estables con sus padres y posteriormente con los otros, predominando el amor ante el odio.
A parte de la superación y desarrollo de estas etapas y de la superación de la ansiedad y la culpa por miedo de la reparación, de acuerdo con Klein es fundamental para lograr el desarrollo personal la superación de la envidia y el logro de la gratitud.
Según Klein el niño siente envidia del pecho, pues, aunque éste lo satisfaga, contiene todo lo que él desea y que le es negado, dejándose todo lo bueno para sí. Debido a esto el niño desea dañar el pecho materno y recobrar lo que es suyo. Si la envidia del pecho es muy fuerte el niño no podrá obtener gratificación, en cambio, si ésta es superada (lo que está dado en gran parte por factores constitucionales) el niño podrá obtener gratificación y experimentará gratitud, lo que es esencial para apreciar bondad en otros y en uno mismo y hace posible el sentimiento de unidad con otra persona, hecho esencial en toda amistad o relación amorosa feliz.
El desarrollo personal estaría estrechamente vinculado con la gratitud, pues ésta permite desarrollar la generosidad que según Klein es la base para el enriquecimiento personal "la riqueza interna deriva de hacer asimilado el objeto bueno, de modo que el individuo se hace capaz de compartir sus dones con otros. Así es posible introyectar un mundo externo más propicio y como consecuencia se crea una sensación de enriquecimiento". (Klein, 1988. 194 pp). Sin esta gratitud el sentimiento de envidia, o sea haber dañado el objeto amado, destruye la confianza del individuo y la sinceridad de las relaciones y su propia capacidad de amor y ser bondadoso.
La gratitud es fundamental para gozar no sólo de las relaciones con otros, sino que también de distintos intereses, disfrutar del trabajo, abriendo camino a múltiples fuentes de satisfacciones.
Se puede concluir entonces que para Klein, la base del desarrollo personal es el logro del amor, la superación de la ansiedad, la culpa y envidia y el poder experimentar la gratitud a través del desarrollo.
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I'm appreciate your writing skill.Please keep on working hard.^^
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